Se usan nueve palitroques que se colocan sobre el suelo, de modo que formen tres hileras equidistantes. En la mitad de la distancia que los separa, se ubica el noveno que es de tamaño más grande que el resto.
Los jugadores se dividen en dos bandos y a determinada distancia, pueden ser 8 metros, procurando con una bola de madera de 15 centímetros de diámetro, derribarlos.
Se rifa la partida. Alternadamente juega cada jugador o bando. El que voltea mayor cantidad de palitroques, logra reunir el mayor número de puntos y es el vencedor.
En Chile hay dos o tres variantes, la que juegan los niños y la de los adultos. Los niños lo hacen con unos palitroques especiales y no necesitan la cancha que exige esta entretención.
En el pasado este juego era muy corriente en las Fiestas Patrias. El suelo de tierra se emparejaba, se colocaban tablas laterales y con ello quedaba armada la cancha. En un extremo se paraban unos maderos rústicos los que, con una bola de madera, se trataba de voltear. En las apuestas, se cobraba diez centavos por los nones y algo más por los pares.
Por lo general, estas canchas de palitroque se establecían en los alrededores de las fondas y transcurrían tardes enteras en torno a esta diversión.
Origen. El juego de bolos se remonta a los tiempos mitológicos. En la Ilíada de Homero, se narra cómo jugando a los bolos o juegos de Procos,dirimieron su querella los pretendientes de Penélope.
Según lo refiere Rodrigo Caro (1573-1647), Penélope tuvo durante la ausencia de Ulises, ciento ocho pretendientes. Éstos, durante esa larga espera, se entretenían jugando, pero no les agradaba la dama ni el ajedrez, sino los bolos que era como se llamaba por entonces el juego de los Procos.
Los ciento ocho príncipes pretendientes se dividieron en dos bandos tantos a tantos y acordaron otros tantos cilindros o bolos fronteros entre unos y otros, de manera que a cada parte estaban cincuenta y cuatro jugadores; dejaron vacío el espacio que estaba en medio y aquí pusieron un bolo, al cual llamaron Penélope. A éste hacían escopio y blanco para tirarle, después a quien tocaba la suerte, era el que primero tiraba para darle; si alguno le acertaba y aventaba otro bolo, lo ponían en lugar de la Penélope que, había derribado y, luego, en habiendo vuelto a poner a Penélope en el lugar que tenía, volvía a tirar el segundo tiro y, si alguno sin tocar a los otros bolos más veces derribaba a Penélope, éste era el vencedor y todos le daban buenas esperanzas que se casaría con la verdadera Penélope, la de carne y huesos, deseada y pretendida por todos. Éste es en sustancia el juego de los Procos.
Denominación.
Argentina: Palitroque
Chile: Palitroque
Perú: Herrón (¿de hierro?), bolos, palitroque
Venezuela: El bolo.
España: Bolos, bilros, birllas, bitlles, quilles, quitlles, mirlos, palistroc.
Estados Unidos: Carved sticks
En Roma se llamaba cindalismo, que significaba juego de bolos.
En el siglo XVI, en España, se conocía con el nombre de bolillo.
Los niños aragoneses lo denominan birlas.
Dispersión. América.
Comentario. En España era ya practicado en 1400.
En las obras de los clásicos castellanos del 1500 al 1700 se encuentran con frecuencia referencias al juego de los bolos el cual, si bien era una diversión del pueblo, no lo desdeñaban los caballeros.
Que en tiempos de Cervantes era común en España el juego de bolos, lo evidencia la feliz comparación que inserta este autor en el Coloquio de los perros.
En América se encuentra como transporte de la conquista, en el siglo XVI. Informa Emilia Romero que en Perú lo introdujeron los primeros conquistadores, y relata que el capitán español conquistador del Perú, Francisco Pizarro (1475-1541), fue muy aficionado a jugar bolos. Agrega que según Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas, “algunas veces se estaba jugando a la bola todo el día”.
Garcilaso de la Vega y Vargas, capitán de los Pizarro, recitaba versos, bebía sin tasa, jugaba a los dados, tiraba las cartas y todo lo suyo se pagaba en oro, y audacia por audacia.
Se unió con una nieta del Inca Tupac Yupanqui, de esta fusión nació Garcilaso de la Vega Inca (1540-1616), historiador, autor de Comentarios Reales, del que puede decirse que no existe documento más verídico acerca de cómo eran, vivían y pensaban los incas.
Asimismo, una discusión por este juego causó la muerte del Inca Manco II, quien, en su retiro de Vilcabamba, había mandado hacer un juego de bolos para entretenerse con los españoles que se habían refugiado cerca de él después de la derrota de Almagro. El Inca Manco II era hermano de Huáscar, había sido coronado por Pizarro, sublevándose después. A él se le atribuye la fundación de la ciudad de Machu Picchu. Pues bien, al suscitarse una discusión entre él y Gómez Pérez por el juego, este último que era muy violento, levantó la bola que tenía en la mano y le dio con ella en la cabeza al Inca, quien quedó gravemente herido.
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