La cocina chilena tiene influencias españolas y aborígenes. Pedro de Valdivia al llegar a Chile trajo las bases de la futura alimentación criolla: trigo, cerdos, pollos, bueyes, toros y vacas. Los araucanos proporcionaron las papas, el maíz y el frijol (porotos) . Estos ingredientes base se mezclaron y así; nacieron nuestros platos más típicos.
Según los historiadores, el menú de los conquistadores era suculento. El primer plato denominado "de residencia", podía ser carne, ave o pescado. Le seguía "el guiso abundante" hecho de preferencia con choclos y papas.
En los primeros tiempos de la colonia ya eran muy populares las humitas, la chuchoca, el pilco y el locro falso: un guisado de papas con otros aderezos. En esta misma época surge la afición a las algas marinas como el cochayuyo y luche que se servían acompañados de huevos duros.
El pan era de tres clases: tortilla de rescoldo, pan español con mucha grasa y miga, y el pan chileno, aplastado y cascarudo.
De postre se servían frutas, en especial chirimoyas, frutillas y lucumas. El almuerzo y comida terminaban con una
"aguita milagrosa", de paico para el empacho y la indigestión.
En el siglo XVII fueron las monjas quienes dieron un gran impulso a la cocina. De ahí sale la expresión "Hecho con mano de monja", para expresar que se trata de un manjar exquisito.
La comida chilena aprovecha bien los dones de la tierra y el mar. El maíz, llamado choclo en el país, es un ingrediente esencial de varios platos típicos. El pastel de choclo, servido en fuentes individuales de greda, es el más característico.
La abundancia de peces y mariscos que ofrece la larga costa de Chile puede convertirse en un menú tentador: desde albacora o corvina a la mantequilla, hasta congrio frito o en caldillo, mariscales, jaibas rellenas, chupes de papas y erizos con salsa verde.
Respecto a masas, el primer lugar lo ocupa la empanada -de horno o frita-, que puede ser rellena con carne y cebolla picadas, con queso o mariscos.
La primera vendimia se registra en 1551, en viñedos ubicados en Copiapó, 800 kilómetros al norte de Santiago. En el siglo XIX se introdujeron las cepas Cabernet, Cot, Merlot, Pinot, Riesling, Sauvignon y Semillón, que constituyen hasta hoy la base de la producción nacional. Los primeros envíos de vino chileno llegaron a Europa en 1877.
A la hora del aperitivo, lo más frecuente es un "pisco sour", una mezcla de pisco con jugo de limón y azúcar. Para las festividades nacionales se bebe un jugo de uva o de manzana fermentado, la "chicha".
El vino chileno es conocido en todo el mundo por su cuerpo y aroma. La vitivinicultura se formó en el país junto con el desarrollo colonial y republicano. Según los expertos, las primeras cepas llegaron en 1548, traídas por sacerdotes españoles que necesitaban vino para sus misas.
Sin embargo, las crónicas también cuentan que los conquistadores españoles descubrieron vides silvestres en terrenos deshabitados de la región cordillerana. En todo caso, el cultivo de la uva encontró en Chile clima y terreno propicios: cuatro estaciones bien definidas, suelos de alta calidad y luminosidad adecuada.
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